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Mostrando entradas de octubre, 2008

Suicida

( Tribuna Universitaria, 20oct08 ) La muerte te pasea las horas como pasea el bisturí del cirujano el rastro de una cicatriz. Con el dorso del pie en barro antiguo y en el recuerdo el recuerdo de estos mismos caminos, y el recuerdo del dolor mezclado con este dolor nuevo; la muerte te pasea las horas esperando a sonrisa abierta mientras cuida la sombra de los buitres las venas descubiertas. Y sin embargo tú, mi corazón suicida, sales desnudo al sol que más calienta porque sabes de la luz que sabe a lo que huele el azahar y al continente donde se guardan las noches en las que fuiste feliz. Mi querido adicto a las cerillas cortas, te han vuelto a encontrar en los alrededores del pericardio un elevado porcentaje de fósforo. Se ve que estás cocinando un amor imposible y que a pesar de que el humo se filtre por tus aurículas, el ventrículo zurdo está ordenando a la aorta seguir el olor del fuego. Y detrás vamos el resto. Empuja la Curva Sur, káiser de los insurgentes, y de los pies en hormi...

Maneras de la vida

( Tribuna Universitaria, 14oct08 ) Has vuelto dando un paseo. Hacía sol, quizá el último sol del verano, porque ya habías visto en las noticias que un frente frío amenazaba la parte occidental de la península. Te has reído. De la parte occidental de la península, de las estupideces de la memoria. Del crío travieso que se ha llevado corriendo el carro de un mendigo a la puerta del supermercado, justo cuando te has parado a pensar si hacía falta algo para la cena, si comprar fruta, si hacer ensalada o pasta. Un poco más de trabajo, sí, pero un resultado más sustancioso. También un poco más de entretenimiento, claro, hoy que habría un reloj menos sobre la mesa. Luego has bajado por el quiosco a comprar alguna revista. No, de esas no, hace mucho tiempo que pasaron los quince años. Otra cualquiera, a ver si con eso se te pasaba el insomnio, que tratarías de leer un poco antes de acostarte, esta noche sí. Te has dado cuenta de lo vacía que estaría la cama pero lo a gusto que se duerme solo d...

El pabellón de los ciegos

( Tribuna Universitaria, 6oct08 ) El pabellón de los ciegos estaba al final del sector B, muy cerca de la alambrada. A Jane le encantaba pasear por aquella zona porque era más tranquila que la de los esquizofrénicos, y por supuesto que la de los dementes. Lo hacía antes de que yo llegara al centro, después comenzamos a hacerlo juntos, después comenzamos a hacerlo juntos y lo hacíamos contra la pared del pabellón y a Jane le encantaba. El padre de Jane se había quedado ciego justo al final de la guerra. Ella tenía entonces sólo cuatro años, pero nunca pudo olvidar la rigidez de sus manos tapándole la frente y al quitarlas la imagen de sus retinas resbalando por las mejillas y luego el sonido de los gritos de dolor. Un comando de la última represalia india, una bomba química. Entonces no existían los CEI, así que fue destinado a muerte por el Tribunal. Anhelaba ver a los ciegos. Aunque estuviera completamente prohibido acercarse al género, aunque el resto no llegáramos a comprender lo qu...

El pabellón de los sordos

El pabellón de los sordos estaba al final del sector C, muy cerca del muro. A Markus le encantaba pasear por allí, porque era más soleado que la parte de los enfermos de Síndrome de Down y, por supuesto, que la de los autistas. Lo hacíamos de vez en cuando sobre la hierba, lo hacíamos de vez en cuando, pasear por allí, follar [...] creo que a Markus le excitaba. La madre de Markus se había quedado sorda durante el segundo gran ataque de los japoneses. Él tenía entonces sólo cuatro años, ella lo protegió entre sus brazos y no pudo tapar sus propios oídos cuando estalló la bomba sónica. Entonces no existían los CEI, así que fue destinada a muerte por el Tribunal. Aunque estaba completamente prohibido acercarse al género, yo anhelaba ver a los sordos; Markus no, la historia de su madre provocaba en él sentimientos distintos a la curiosidad del resto, que lo entendíamos bien, pero no pudo negarse a acompañarme la noche de mi cumpleaños, y, como yo, no pudo dar crédito a lo que pudimos oír ...